Privacidad y Espacio público |
Hoy en día se promueve una verdadera invasión de la privacidad en campos que antes pertenecían puramente a la intimidad personal. En este sentido, la intimidad parece haberse evadido del espacio privado y pasó a invadir aquello que antes se consideraba público.
La exposición voluntaria y estridente en la visibilidad de las pantallas globales es corriente y preocupante, ya que se busca mostrarse abiertamente y sin temores, con el fin de constituirse como una persona visible. De modo que las tendencias de exposición de la intimidad y de espectacularización de la vida cotidiana, que hoy se difunden por todas partes, no parecen mostrar desconfianza o temor a una irrupción indebida en la privacidad de cada uno; de hecho, la vida cotidiana muestra cómo se expresa el deseo de invadir la propia intimidad, ganas de exhibirse y hablar de sí mismo para que todo el mundo vea y sepa quién es cada uno.
Son muy fuertes, y cada vez más extendidas, esas ansias de forzar los límites del antiguo espacio privado para mostrar lo que se es, para hacer pública y visible a esa persona supuestamente íntima, que llenan todas las pantallas para satisfacer la voluntad general del publico contemporáneo: no sólo la urgencia de mostrarse, sino también la ambición por curiosear y consumir vidas ajenas.
Podría hablarse metafóricamente de una vida vigilada constantemente por la lente incansable de una webcam. Es así como se pone en escena, todos los días, el show del individuo, el cual trata de convertir a la propia intimidad en un espectáculo y a la personalidad en una criatura orientada hacia las miradas ajenas, como si los otros constituyeran la audiencia de su espectáculo capaz de certificar que el protagonista de ese show existe.
Tal como sucede en el panóptico que describe Foucault (2002), construcción arquitectónica en la cual los individuos detenidos son aislados tanto de la sociedad como de los demás prisioneros, sometidos a una soledad secuestrada y observada constantemente por los guardianes de la torre central ubicada en el núcleo de este anillo periférico. Desde ese lugar, los individuos son sometidos a un estado consciente y permanente de visibilidad, sin poder ver a quien los observa. De esa misma forma en que la privacidad de los detenidos es invadida por los guardias y por el público que desee conocer su funcionamiento sucede en las redes sociales, con la diferencia que en este medio uno se expone a través de la computadora e intencionalmente, aunque no siempre con la suficiente conciencia de las repercusiones que dicha publicación puede generar.
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